guillermo's blog

MI PRIMERA VEZ (LUCÍA)

 

A falta de una semana para llegar a tierra, me dispongo a relatar mi primera experiencia en una campaña oceanográfica. En mi caso el embarque comenzó el día 24 de Julio en St. John’s, salimos dirigiéndonos a mar abierto con buen tiempo. Los primeros días se pasan más lentos, dedicándonos a organizar todo bien hasta llegar al primer punto de muestreo. Por suerte ¡no me he mareado! a pesar de que algunos días el barco se movía mucho, como dice Michel siempre. Tras nuestra partida viendo una preciosa puesta de sol, este se nos oculta hasta pasada una semana aproximadamente, encontrándonos cubiertos por una niebla espesa, que nos hace pensar que estamos flotando en medio de las nubes en vez de en el mar.

Llegados a la primera estación comienza todo el proceso, primero la sísmica, luego la CTD, la box corer y por último el piston. Pero no tenemos suerte ni con la box corer que se niega a tocar fondo, ni con el piston. Así que se decide lanzar el gravity, que por suerte vino llenito y de repente ya teníamos casi 5 metros para muestrear, lo que conllevó hacer más de mil etiquetas, costándonos casi un día entero, porque las hicimos a mano, como gente trabajadora que somos.

 

A medida que pasan los días vamos aprendiendo cada vez más y nos vamos convirtiendo unos expertos tanto en hacer etiquetas, ya a ordenador, como en muestrear. Nuestras horas de muestreo se ven amenizadas por una música de fondo y repentinos foraminíferos extraños que nos muestra Marta con ilusión.

En la segunda estación por fin ¡conseguimos que la box corer venga llena!, después de 3 intentos en total, hace mucha ilusión. Además también toca fondo el piston trayendo más fango para muestrear. A medida que van pasando los testigos por nuestras manos vamos disminuyendo la velocidad de muestreo gracias a nuestra gran cadena formada por Vero, Eira, Andrés, Anxo, yo misma y en muchos casos nuestra compañera Maribel se ofrece a ayudarnos. Conseguimos un récord de ¡2 metros de testigo en 3 horas escasas! Las siguientes estaciones marchan con normalidad tocándonos turnos de noche o de muy mañana, siempre alternándonos para poder aprender un poco de todo.

La vida en el barco se hace más amena de lo que pensaba, siempre tienes a alguien de la tripulación en el hangar para hablar o la sala del maravilloso sofá verde en el que “no nos echamos siestas” y vemos buenas películas o no tan buenas en ocasiones. También está el gimnasio al que supuestamente todos íbamos a ir al principio pero no es tan frecuentado como nos gustaría. Además hemos tenido la suerte de ver delfines, ballenas un poco a lo lejos, e incluso una gran masa de medusas no muy grandes pero si abundantes.

Por otra parte hay que recordar la celebración del cuarto de siglo del señorito Andrés, empleando como tapadera el cruce de la dorsal, que también nos hizo mucha ilusión. Así dispusimos una gran mesa en cubierta aprovechando que hacía solecito y nos juntamos tanto científicos como tripulación para tomar unos pinchitos y así descansar de la rutina a la que volvimos al día siguiente.

En general, está siendo una experiencia increíble que nunca olvidaré y espero poder repetir algún día, en años venideros. Además, agradecer esta oportunidad que se nos ha dado sobre todo a Vero, Eira y a mí, ya que somos las más jóvenes del barco, y aún nos encontramos en nuestra etapa de estudiantes de Ciencias del Mar quedándonos mucho por aprender.