guillermo's blog
MI PRIMERA VEZ (MARIBEL)
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Tras la inauguración de esta sección con un gran post, me ha tocado a mí el turno. Una no es muy ducha en esto de la escritura, pero intentaré hacerlo lo mejor que pueda, para mantener el nivel. Después de 40 días embarcada, ya no siento que sea mi primera campaña, sino la 4ª ó 5ª. |
Ahora recuerdo con lejanía los días previos al embarque, donde los nervios empezaban a apoderarse de mí al pensar que no iba a ser capaz de hacer las cosas bien. Incluso hubo prácticas de muestreo y medida para no llegar al barco y poner cara de pasmo al ver todo el aparataje.Y llegó el gran día, ¡el embarque! Llegar al camarote y emocionarme al ver que tenía el nombre en la puerta. Dejar todos los pertrechos e ir a cenar, porque a continuación teníamos la primera “rosita” de prueba. Y ahí estaba yo, cara a cara con los tubos y recipientes de muestreo que iban a ser mis compañeros durante tantos días. Los cogía con miedo, pensando que se me iban a caer y que no iba a ser capaz de muestrear ¡SIN BURBUJAS! Pero poco a poco nos fuimos cogiendo cariño mutuo, y ahora me parece la cosa más normal. ¡Hasta llegamos a hacer competiciones entre grupos de muestreo para ver quien muestreaba en el menor tiempo posible!
Creo que el momento que con más cariño recuerdo de toda la campaña es la llegada a Groenlandia. Ahí estaba yo, dormidita tras mi turno de 00 a 04h, y llegaron Noe y Alba porque estábamos cerquísima de costa. Así que me puse lo primero que encontré y salí. ¡Menudo despertar! Sólo por las vistas ya había merecido la pena todo esto. ¡Qué paisaje! Nieve, icebergs, montañas y, como colofón, ¡ballenas! ¿Qué más se podía pedir? Pues disfrutarlo en la compañía de mis niñas.
Y tras un mes de campaña llegó el momento del cambio de equipo científico. ¡Menudos lloros tuvimos durante las despedidas! Y es que en la singladura habíamos compartido de todo, cosas malas: estrés, mareos…; y no tan malas: idas de olla por falta de sueño con sus muchas risas asociadas, momentos de cafelito y cotilleo, sesiones de cine y siesta en la sala verde, ¡hasta ensayos de baile gallego con su consiguiente actuación! Y, por supuesto, fiestecillas que contribuyeron a conocer al resto de la gente que habita en este barco, que ya considero como mi propia casa.
Los primeros días con el nuevo equipo científico fueron raros, pues una ya estaba acostumbrada a otra gente y a otro ritmo. Pero tras unos días de adaptación, ¡vuelvo a sentirme como en casa de nuevo! Hoy tenemos celebración por el cruce de la dorsal, y para ello, unos pinchos en “La taberna do Core” regentada por Anxo. La cosa promete.
Pues creo que esto es todo. Tendría mil cosas más para contar, porque un día en el Sarmiento da para mucho. Pero eso os lo dejo al resto, que todavía quedáis muchos por escribir.
15:00 del 3 de agosto de 2012, desde el camarote 106 del B/O Sarmiento de Gamboa, en medio del Atlántico,
Maribel